Atención plena para una vida plena

La atención plena es el hacer en el no hacer. El control desaparece y da paso al espacio donde las cosas simplemente suceden.

Tu organismo sigue con su actividad que nunca cesa, tu mente continua con sus movimientos naturales y la atención simplemente se encarga de iluminar esas acciones y movimientos para que nada que esté en desarmonía con ellos los interfiera.

La vida sabe lo que hace, tanto dentro como fuera de nosotros; la vida sabe, la atención vigila y deja hacer.

Cuando practicamos atención plena dirigimos el foco de luz en una sola dirección. Sin dispersión damos permiso a la vida para que se realice a través de nosotros. La vida se crea a si misma usando como lienzo a todos los seres vivientes.

Cuando nuestro ego se calma porque lo atendemos con amor y humildad, la vida encuentra el espacio para manifestarse sin obstáculos y entonces la trascendencia llega, porque trascender es eliminar los obstáculos que interfieren en la creación.

Cada vez que nos enfocamos con plena atención, dhyana, ilumina todo lo enfocado, entonces el espacio aparece libre de obstáculo. Cuanto más espacio vamos siendo capaces de iluminar más amplia se hace la vida.

Y aún siendo la vida, aquí y ahora, adquiere la capacidad de ser en todo lugar y en todo momento.

Seguro que al leer mis palabras algo en ti que no es tu mente racional entiende perfectamente lo que estoy diciendo, pues  ese que entiende es quien sabe cómo enfocar la atención, pero tu mente pregunta: ¿y qué hago para que mi mente no me lleve de un pensamiento a otro sin control?

Le contesto a tu mente pensante porque ya te he dicho que dentro de ti sabes lo que te voy a decir. La atención es una práctica, un entrenamiento, igual que no puedes levantar pesas de 70 kilos sin fortalecer primero tus brazos, tampoco puedes sostener la atención sin que se disperse si no la entrenas.

Cada vez que te dispersas es como si te durmieras mientras conduces tu auto, el impacto casi está asegurado, así que por propia integridad mantente despierto.

Comienza practicando la atención en las pequeñas cosas del día a día, al ducharte en la mañana, dirige tu atención al agua, al jabón, al contacto con tu piel…

Cuando comes, a la textura del alimento, la temperatura, a la masticación…

Cuando caminas al contacto de tus pies sobre el suelo…

Por supuesto siempre que puedas a tu respiración. Así, con cada cosa que haces en cada momento pero hazlo sin sentenciar si te gusta o no te gusta. Cada vez que discriminas  lo que estás experimentando, te alejas de la atención plena para asociar tus experiencias, creencias, hábitos con el momento presente, eso genera dispersión y obstaculiza que lo que el río de la vida trae hacia ti pueda llegarte.

Por ello la clave está en la aceptación de lo que está sucediendo, aléjate de la queja, si llueve que llueva, si hace calor, que haga calor, si sientes un dolor o una molestia, simplemente lo sientes aunque sea un momento sin rechazarlo.

Después si se puede modificar se modifica y si no verás que no te resulta tan difícil convivir con ello como en principio pensabas porque estás aprendiendo que la vida se manifiesta en una multitud de formas y estás pasando de hacer la compra en la tienda del barrio a comprar en una gran superficie donde cada vez puedes probar más productos y hacer la mejor selección para tener UNA VIDA PLENA.

Espero que te haya gustado este artículo, si quieres seguir aprendiendo herramientas para entrenar tu atención plena, ponte en contacto conmigo y podrás hacerlo en mis clases de yoga o de desarrollo personal.

Con mucha Luz.

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